La famosa calle Laurel y los cambios en su gastronomía marcan el devenir turístico de Logroño, una ciudad que se está volviendo más cara de lo que ella misma puede permitirse. Pero una pequeña capital que tiene encantos más allá del vino, como las tardes pausadas en su centro peatonal o las caminatas a la orilla del Ebro.
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Un cuento medieval en Chester
Parece mentira que, a media hora del corazón industrial de Inglaterra, rodeada de ciudades plagadas de fábricas y humos, aparezca esta coqueta villa en la que se echan de menos los carros tirados por bueyes y los fajos de cebada en la plaza.
Porque en Chester, con sus estructuras y fachadas de madera, sus pronunciados tejados a dos aguas, la reluciente blancura y las calles adoquinadas, podemos pensar que paseamos por la Inglaterra de Shakespeare.
Cerquita de Gales, las murallas romanas y medievales enmarcan un precioso centro histórico coronado por la catedral y el puente. Sus cuatro calles principales siguen siendo las mismas desde la fundación romana, a principios de nuestra era.
La ciudad ha dado a Inglaterra ciudadanos ilustres, como Michael Owen o Daniel Craig, pero también ha contribuido a la historia de su país, pues fue, por ejemplo, una de las últimas ciudades que cayó ante los normandos, dio nombre a una importante batalla contra los bárbaros en los inicios de la Edad Media y fue uno de los centros más importantes de la Revolución Industrial.
Tan cerca de Liverpool, esta ciudad es sin embargo diametralmente opuesta a la villa natal de los Beatles. A su encantadora ciudad vieja se une los parques. Es la ciudad más hermosa y con más encanto de Inglaterra. Y aunque la recorramos en una hora, la misma calle es diferente en cada paseo.
Mi último San Juan con La Roja… a base de samba en Morro de São Paulo
En el estado brasileño de Bahía, la de San Juan no es la noche más corta… porque tan cerquita del ecuador, días y noches apenas difieren en duración a lo largo de todo el año. En una de mis veladas favoritas del año, no quiero pensar en el peor capítulo de todos mis viajes, en Salvador, por eso este post se lo dedico únicamente a la idílica isla de Morro de São Paulo.
En esa terraza, en esa hamaca, pasé una de las noches más amargas de mi vida, pero también celebré los goles de España contra Chile y tuve las mejores vistas del amanecer.
A base de caipirinha hecha delante de mí con zumo de acerola (una cereza local), celebramos San Juan sólo con otros dos blancos. Fui durante tres días la única europea de la isla… y también fue el único viaje de mi vida en el que no me encontré con ningún español.
El mar idílico lo es sólo en superficie. Bajo este plato, traicioneras rocas impiden un baño tranquilo. Es la playa Dos. La más parecida a las del Caribe, la Cuatro, se encuentra al final de la línea de costa, aislada. Tanto, que a esos dos únicos argentinos con los que celebramos San Juan los asaltaron con un facón por una simple cámara de fotos.
Así recuerdo Brasil… con una permanente sensación de inseguridad. Pero durante tres días, asemejó un paraíso. Hoy que recuerdo más que nunca las calles desiertas de Salvador mientras jugaba la Canarinha… he vuelto a casa por un Gijón desierto. Porque… antes no pasaba, pero ahora España es la campeona. Y si se repiten tantas cosas de 2010… ¿por qué no también ésa?
Esta noche pediré una caipirinha para llamar a la suerte…