Uruguay ha revivido su idilio histórico con el fútbol, que tiene en el Estadio Centenario su monumento único. En 2010, el mundo entero se sorprendió del cuarto puesto de Uruguay en el Mundial de Sudáfrica. Encajonada entre las dos potencias sudamericanas, Argentina y Brasil, la pequeña República Oriental del Uruguay, la orilla este del Río de la Plata, no solo se ve eclipsada en aspectos poblacionales y económicos por sus vecinos, sino también en lo futbolístico.
Sin embargo, en la Copa de 2010, recuperó su viejo trono mundial y americano al convertirse en el único representante del continente en unas semifinales dominadas por Europa. No son muchos los amantes del fútbol que remontan sus conocimientos a los orígenes de este deporte y conocen el peso de la pequeña Banda Oriental.
Entre otros activos que ofrece Montevideo, mucho más plácida y pequeña que su vecina y hermana mayor, Buenos Aires, se encuentra el Estadio Centenario. Hace 30 años, este coliseo obtuvo de la FIFA un reconocimiento único: Monumento Histórico del Fútbol Mundial. No hay más estadios ni construcciones de ningún tipo que cuenten con esta distinción.
¿Por qué la recibió? Fue la sede del primer Mundial, en 1930. Además de construirse en un tiempo récord de 9 meses, la intención original de la organización era que albergara todos los encuentros de la Copa. No fue posible, ya que las lluvias torrenciales retrasaron las obras. Pero el Centenario, llamado así por coincidir su inauguración con los cien años de la primera Constitución del país, acogió la victoria de los anfitriones en lo que fue casi un derbi contra Argentina (4-2). Primer campeón de fútbol del mundo, repitió 20 años después y luego fue relegado a un segundo plano del balompié, por lo que sorprendió el combinado charrúa liderado por Diego Forlán y Luis Suárez.
Aunque Maracaná, La Bombonera o el Estadio Azteca en América; y Wembley, el Camp Nou o el Santiago Bernabéu en Europa se consideren templos absolutos del fútbol, lo cierto es que es la más modesta Montevideo la que alberga el verdadero panteón de la religión futbolera.
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