Alhucemas, a los pies del Rif

El Rif tiene una fuerte personalidad cultural y unas exuberantes geología y vegetación

El Rif es una región geológica y paisajística que rompe todos los esquemas con los que llegamos a Marruecos. Este rincón olvidado por su propio país, considerado unos simples peñascos estratégicos y minas cuando perteneció a España, tiene una marcada identidad física y cultural que lo ha llevado por décadas a pedir la secesión. Tienen incluso su propio dialecto, el tamazight, bereber con influencias árabes, francesas y españolas.

Lo primero que llama la atención al abandonar Nador hacia el oeste por La Rocade es lo fértil de los suelos rojizos y una vegetación exuberante cada vez más densa hacia el oeste. Las altas cumbres pegadas al mar a lo largo de toda su costa hacen que las nubes que vienen del Mediterráneo encallen y suelten su riqueza, convirtiendo al Rif en una zona mucho más húmeda y lluviosa que su espejo en España, la Andalucía Oriental a pesar de estar ésta más al norte.

La huerta de Marruecos y la cuna del hachís

El paisaje agrícola, a pesar de su potencial productivo, sigue siendo tradicional, con cultivos artesanales de hortalizas y frutales que muchas familias venden al pie de la carretera para quien se quiera detener a comprar tomates y limones con todo el sabor de la tierra y el sol naturales.

Entre sus cultivos, eso sí, figura uno ilegal: el hachís. No lo es sólo su comercio, sino la propia plantación. La lucha contra el contrabando ha crecido, pero no tanto contra el cultivo. No sólo por lo escarpado e inaccesible de muchos de sus rincones, sino por cierta condescendencia con una región que, olvidada hasta hace una década por el gobierno marroquí y perjudicada gravemente por el cierre de fronteras con Argelia, y que comienza aún ahora la explotación turística de los espectaculares arenales, ha vivido siempre de esta droga que sale por los encajonados puertos improvisados hacia España y toda Europa. La población rifeña de Ketama es considerada, de hecho, la capital del hachís e incluso el Ministerio de Exteriores de España lo menciona en su lista de lugares por los que es preferible no perderse.

Las hermosas playas de la bahía de Alhucemas

La costa de Alhucemas o Al-Hoceima está plagada de playas, algunas inmensas y salvajes. Las construcciones comienzan a florecer a lo largo del rocoso litoral. No sólo se debe a la toma de conciencia de que se estaban desaprovechando los mejores balnearios de Marruecos, los mediterráneos, sino también al regreso de los cientos de miles de rifeños después de largos periplos por España, Francia y el Benelux. Así, estos bereberes, castigados históricamente por los pueblos árabes y pobladores de un territorio depauperado, son ahora la nueva clase de media de Marruecos, quienes se construyen una casa para el veraneo o incluso para retornar.

Mohammed VI cambió por completo la política de su padre Hassan II, quien nunca le perdonó al Rif el haberse revuelto no sólo contra España, sino también contra el Marruecos que lo anexionó. Así, ha establecido en Alhucemas su lugar de vacaciones, como un guiño a la zona y sus gentes, y es habitual el desfile de seguridad en la playa de su propiedad, al oeste de la ciudad, y en el propio palacio real urbano.

El Rif y Alhucemas: huella bélica

La bahía de Alhucemas se ha llenado poco a poco de grandes complejos hoteleros, señalando que dentro de unos años será tarde para conocer la verdadera esencia del Rif. En una de sus playas, La Cebadilla, al oeste de la ciudad, excursiones desde Melilla rememoran el recorrido histórico del famoso Desembarco de Alhucemas, en tiempos del dictador Primo de Rivera, el último gran éxito de la Armada Española y el modelo que los Aliados copiaron para Normandía. Se pasa también, desde La Rocade, ligeramente al norte de Annual, observando los diferentes frentes y atalayas donde se desarrolló el episodio contrario e inmediatamente anterior al exitoso de la bahía: el Desastre de Annual, pueblo encajonado en un valle tras la primera hilera montañosa de la costa.

A lo largo de todo el camino, incluso antes de salir de Nador, se vislumbran los antiguos cuarteles y fuertes que aún pertenecen al Estado Español y que, por su abandono, han sido aprovechados por la población marroquí como viviendas y centros sociales y deportivos. También desde la carretera se ven las abandonadas bocaminas de la Compañía Española de Minas del Rif, las que justificaron por décadas la conquista española de estos territorios inhóspitos que desangraron al ejército invasor. Eran de hierro, carbón, yeso y plata, como la que está apenas a dos kilómetros del Peñón de Vélez.

Herencia española al sur del mar del Alborán

Aún quedan enclaves españoles en una región que sigue mirando a su antigua metrópoli: las calles de la Alhucemas más antigua –que fue Villa Sanjurjo- mantienen su nombre en español, “Calle” incluido. En el puerto pesquero, los restaurantes ofrecen exquisitos platos de marisco y frituras recién descargados de los ricos caladeros de la costa sur del Alborán.  En alguno, más acostumbrado a la presencia extranjera, se sirven incluso vino, cervezas y otras bebidas alcohólicas, prohibidas en los lugares públicos marroquíes para la población local musulmana.

Marruecos se inclina hacia el Mediterráneo tras decenios de marginación y una vocación en sus ciudades atlánticas. La tranquilidad política del país, en contraposición con los ataques terroristas a edificios turísticos en el antaño más pacífico Túnez, ha volcado sobre las arenas rifeñas parte de un turismo de sol y playa que pronto transformará por completo la costa, como ya puede verse en al oeste de Melilla, con el dragado de otro gran puerto para el Rif, que descargará parte del tráfico de Nador y Beni Ansar, los vecinos de la Ciudad Autónoma.

2 Comments

  1. Es un alivio encontrar a alguien que realmente sabe lo que están hablando en blogoesfera . Definitivamente, que sabes cómo llevar articulo a la luz y que sea ameno. Más peña tiene que leer esto.

    1. Gracias por tu comentario. La verdad es que para mí descubrir el Rif en general y en especial con un guía local ha sido una de las mejores experiencias y sorpresas de mis últimos viajes. Tan cerca de España y tan ignorado. Un saludo.

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