En el occidente de Asturias, una geología diferente ofrece playas espectaculares
Si el oriente de Asturias nos regala paisajes costeros increíbles gracias a su carácter calizo, el roquedo interior y occidental de la región, correspondiente a la «España silícea» del tercio oeste de la Península, se nota incluso en la arena de las playas. En ellas, es habitual encontrar un color grisáceo, con vetas negras. Como en la valdesana playa de Otur.
Lo podemos observar en la impresionante playa de Barayo, perteneciente a la Reserva Natural de sus dunas, a caballo entre los concejos de Valdés y Navia. Aunque su extensión no llega al kilómetro de longitud, su anchura en el estuario del río del mismo nombre la convierte en un arenal espacioso, alejado además de cualquier núcleo de población. El de entidad más cercano es Puerto de Vega, aunque no sólo está a un corto trayecto en coche, sino que después es necesario acceder a la playa por una senda y un par de centenares de escaleras. El acceso es más llano y cómodo desde Sabugo, en Valdés, aunque nos perderemos la magnífica panorámica desde las alturas.
Encajada entre la zona alta boscosa del oeste, sobre pizarra, y el cabo de acantilados del este, ya de cuarcita, el mar Cantábrico no suele mostrarse muy bravo aquí, aunque sí frío. Las aguas, más cercanas al Atlántico que las del oriente astur y sin la protección de las corrientes que ejerce el Cabu Peñes, son dos o tres grados más frías que las llaniscas, tanto más cuanto mayor cercanía con Galicia. Ese manto pizarroso que comienza hacia aquí y se extiende hasta la Costa Atlántica es el que ha teñido de negro la arena, arrancada por agua y viento a esas rocas.
Tras Otur y Barayo, el impresionante arenal de Frexulfe
No es de extrañar, por lo tanto, que al otro lado de Puerto de Vega el arenal de Frexulfe sea ya completamente gris. También protegida como «Monumento Natural», su paisaje y extensión son parecidos a Barayo, aunque las dunas son menos pronunciadas. Como si Puerto de Vega hiciera las veces de espejo, la desembocadura del río homónimo se encuentra aquí en el extremo oriental.
De fácil acceso, existe sin embargo una senda por los bosques de su zona este que, a pesar de hacer mucho más larga y difícil la llegada a la arena, nos ofrece unas maravillosas vistas desde arriba.
Puerto de Vega, el pueblo pesquero que aún sobrevive a la masificación
En medio de ambas playas, el pintoresco y bien cuidado pueblo pesquero de Puerto de Vega merece un buen paseo y un buen almuerzo en su cofradía, que ofrece cada día dos o tres pescados diferentes en función de la temporada y lo descargado. Más desconocido que Tapia de Casariego, Luarca y Cudillero, las tres villas marineras por excelencia del occidente asturiano, Puerto de Vega conserva un encanto pausado y sosegado. Los colores de las casas, de los barcos amarrados y de una escondida y enorme guitarra esculpida en el suelo relucen en los días soleados.
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