Sin playas de arena, el viaje a la costa de Malta merece la pena por la Blue Grotto y el resto de grutas
Con sol y calor, pero sin las soñadas playas de arena, ni fina ni gruesa, Malta ofrece sin embargo una costa abrupta con vistas que cortan la respiración. De aguas de refulgente color turquesa cuando son poco profundas, y cobalto en sus pozas y el horizonte, el país está compuesto por tres islas, o dos islas y un islote, si queremos ser más exactos. La grande, la poblada, homónima al estado; la pequeña, al norte, más rural y auténtica, con el sugerente nombre de Gozo; y poco más que un peñón en medio, en el canal que separa ambas ínsulas, Comino.
En la principal, en Malta, la mitad oriental es un maremágnum de poblaciones que empiezan donde aún no ha acabado la anterior. Es difícil incluso distinguir lo que es una carretera de las calles del pueblo, porque la propia calle se convierte en el nexo con el vecino. Así, los jóvenes de las ciudades principales, el entorno de La Valeta y Saint Julian’s, están comenzando a comprarse viviendas al sureste, en torno a Marsaskala y Marsaxlokk, por la imposibilidad de acceder a una propiedad en una zona tan densamente poblada y urbanizada.
Los acantilados de Dingli y la Blue Grotto
Sin embargo, la costa desde el centro-sur y hasta occidente es todo un regalo deshabitado y pacífico. Se debe, más que nada, a lo inhóspito de la geología, que ha tejido a pico la caída hacia el mar de la única zona un poco elevada del archipiélago. Son los acantilados de Dingli y, un poco más al sur, la majestuosa Gruta Azul o Blue Grotto.
El paisaje está custodiado desde lo alto por una antigua torre de vigilancia en regia piedra. Bajando una corta pero empinada cuesta, se llega al pequeño puerto de Wied iz-Zurrieq, desde el que parten los cruceros para entrar en las cuevas.
El circuito es barato, dura una media hora y merece la pena. No está especialmente masificado, pueden salir unas 10-12 barcas a la hora en las horas más concurridas, a media mañana y después de comer (a las 5 de la tarde finaliza el servicio, que empieza a las 9 de la mañana).
Siete cuevas y el hermoso gran arco de piedra de la Gruta Azul de Malta
Se recorren las siete cuevas, algunas con reflejos turquesa, otros violetas, en función de la piedra que haya quedado en el fondo del a gruta y de cómo entre la luz en ese momento. Por la orientación del sol, cuando más luz entra en las covachas es a primera hora de la mañana.
Lo más impresionante, además de las tonalidades del agua y de la absoluta tranquilidad en la oscuridad de las grutas, es observar el gran arco de piedra que conforma la más famosa de todas ellas, la Gruta Azul. Su forma cambia a nuestros ojos si lo vemos antes de pasarlo, cuando estamos debajo o al dejarlo a nuestra espalda. Desde arriba, de nuevo en lo alto de los acantilados, encontramos una última postal. Una gruta similar, la Blue Cave, puede visitarse (y nadarse) en la bahía de Kotor, en Montenegro.
3 Comments