Estaca de Bares: choque del Cantábrico y el Atlántico

Cabo y Faro de Estaca de Bares: choque del Cantábrico y el Atlántico

Cabo y Faro de Estaca de Bares: donde se juntan el Cantábrico y el Atlántico

Estaca de Bares es el punto más septentrional de España y el cabo que separa las aguas del océano Atlántico, al oeste, del incipiente mar Cantábrico, que baña la mayor parte del litoral norte español. Pertenece al completo a la provincia de A Coruña, al municipio de Mañón. De hecho, la fachada oeste de la ría de O Barqueiro, el lado oriental del cabo, es la única costa coruñesa que baña el Cantábrico.

El río Sor, que da origen a dicha ría, separa la provincia de su vecina Lugo, la Galicia cantábrica. Y forma, ya en esta, como inicio de la Mariña Lucense, la hermosa playa de arena blanca y forma de concha de O Vicedo.

La Estaca de Bares incide como una aguja en el Altántico y luego cae suavemente hacia Ortigueira. A la sombra de Ortegal, primera barrera protectora de las corrientes atlánticas que después enfriarán el Cantábrico occidental, rompe contra sus rocas la última de las rías altas, la de Ortigueira, antes de iniciarse la Costa Ártabra.

Vientos, mareas y aves, a la luz del Faro de Estaca de Bares

El Faro de Estaca de Bares es el más norteño de la Península Ibérica. Su luz ha sido y es guía de miles de barcos y otros que buscan sus rumbos, como las aves.

Para los navíos, el faro ha sido imprescindible, pues hacia el Atlántico se extiende la costa más recortada de toda España y una de las más recortadas de Europa, junto a la de la Bretaña francesa.

En el caso de las aves, Estaca de Bares supone también un giro desde el Atlántico al Cantábrico o viceversa. Se calcula que unas 300.000 aves migratorias doblan el cabo al año. Por ello, supone un excelente punto de observación, con estación ornitológica incluida.

A pesar de lo abrupto de la costa y los acantilados escarpados, el faro se levanta sobre una hermosa pradera que se tiñe de flores amarillas en primavera. Desde él hasta el extremo, un agradable camino de tierra lleva hasta las últimas rocas, los peñones de Los Sigüelos y, un poco más mar adentro, O Estaquín, el que es, defintivamente, el trozo de tierra que marca el extremo norte de la Península Ibérica.

O Porto de Bares, la primera playa cantábrica

Si no fuera por el frío de sus aguas, la playa del Puerto de Bares parecería sacada de una postal paradisíaca de otras latitudes. También la delata la pizarra de los tejados de las casas blancas y pastel. Pero su larga lengua de arena blanca en forma de concha y la superficie transparente, calma al resguardo del cabo y el inicio de la ría, hacen de la playa más occidental del Cantábrico una parada obligatoria al subir o bajar del faro.

O Porto de Bares es un rosario de casas para sus menos de cien habitantes, a lo largo del arenal y volcadas al puerto. En la boca de la ría de O Vicedo, se controla no solo esta, sino hasta la ría de Viveiro tras la isla Coelleira y la Punta Cameiro.

La escollera, llamada aquí coído, se decía construida por los fenicios en torno al siglo VII a.C. Sin embargo, no hay muchas evidencias de que así sea. Sea o no tan antiguo, es lógico que, por su ubicación, Bares haya sido un puerto habitado y utilizado desde hace siglos.

O Barqueiro: el puerto coruñés que mira a la playa lucense

Hacia el sur, donde la ría empieza abrirse, O Porto do Barqueiro vigila las aguas. Es un hermoso y tranquilo pueblo pesquero, similar a Bares, pero separado de su espectacular playa de arena blanca por la propia ría. El Sor, frontera natural con Lugo, deja a Barqueiro sin playa.

La de Arealonga, nombre típico de muchos arenales de la zona, está ya en O Vicedo. O Barqueiro, apacible, observa la ciénaga que se forma en la desembocadura del Sor y la lengua de arena que mecen las mareas y se mezcla con el agua entre pleamar y bajamar.

Hasta inicios del siglo XX, ambas orillas se veían pero no se tocaban. Entre las dos costas había un abismo de distancia rodeando la ría. Un barquero, un barqueiro, hacía el transporte de personas y mercancías. Sin embargo, el puente metálico construido a principios del siglo pasado, siguiendo la moda de ese tipo de construcciones que marcó Eiffel, acercó con sus tres ojos O Barqueiro de O Vicedo. Hoy, una moderna carretera ha dejado el puente para paso peatonal y para hermosas postales de la isla.

El desconocido mirador sobre la ría de O Barqueiro: Muronovo, vistas de océano y mar, de ambos cabos

El secreto mejor guardado de la ría de O Barqueiro es el punto desde el que se tiene una panorámica que quita el hipo. Se trata del mirador de Muronovo, un parque eólico al que se accede saliendo desde Viveiro por Covas.

Cayendo más hacia la ría de Viveiro que hacia O Barqueiro, el mirador sin embargo se abre hacia occidente. Desde la base de los molinos, se ven los meandros del Sor y sus sedimentos; sus orillas de arena pantanosa; O Vicedo; la arena de Arealonga semitapada por un alto de árboles; y O Porto de Bares y su punta A Muller Mariña.

El extremo de Estaca de Bares, que gira su punta hacia el Atlántico, no es visible desde aquí, pero sí incluso el cabo Ortegal. Río Sor, aguas cantábricas y aguas atlánticas a un solo golpe de vista.

Loiba, el banco más bonito del mundo

Hacia Ortigueira, Estaca de Bares va dibujando una costa amplia, una ría abierta que nos reserva una sorpresa antes de llegar al fondo: el mirador de Coitelo o de Loiba.

Esteiro es la primera playa atlántica tras los acantilados abruptos del extremo del cabo, mucho más expuesto aquí a los golpes de mar que en la ría. Lousido y Picón, más pequeñas, preceden al llamado «banco más bonito del mundo».

La recortada costa atlántica gallega está salpicada de miradores asomados a paredes imposibles. Los acantilados de Loiba no son ni más ni menos espectaculares que otros cercanos. Pero alguien tuvo el ingenio de colocar un banco aquí mirando al mar, a unas cuantas playas y unos islotes con nombre.

Aquí los peñones tienen personalidad: O Coitelo con su ojo en primer plano; O Rodicio y As 3 Marías, al fondo, tras la playa de Fábrega. Y también el cabo Ortegal al fondo. Hacia el otro lado, como guijarros de Hansel y Grettel, la Costa Xuncos. Puede que no sea el banco más bonito del mundo, pero será un duro competidor del que opte a serlo.

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