Foces del Río Infierno, la ruta del paraíso entre verdes valles

Foces del Río Infierno, Piloña, Asturias

Foces del Río Infierno, una ruta bella, sencilla y la más famosa de Piloña, en la ladera de Redes

Piloña, concejo por el que discurre el río Infierno y la ruta de sus «Foces», es un cruce de cruces. Municipio apenas conocido fuera de Asturias, parece que está en medio de la nada y, a la vez, está en medio de todo.

De hecho, Piloña es el concejo asturiano que limita con un mayor número de municipios: 9, y de varias comarcas diferentes. Por eso, no es de extrañar que de todas ellas le toque un poco, siendo concejo anexo al Parque Natural de Redes y al de Ponga, cercano a los Picos de Europa y ladera sur de la Sierra del Sueve.

Piloña es concejo sidrero, de asturcones y de valles. Con tanta montaña cercana, es normal que por sus majadas discurran ríos y arroyos, perteneciendo los principales a la cuenca hidrográfica del cercano Sella. Algunos, menos importantes en longitud, forman sin embargo paisajes espectaculares y fabulosas rutas para los senderistas y amantes de la naturaleza.

Es el caso del río Infierno, un curso de algo menos de 10 kilómetros, afluente del Espinaredo, que a su vez es afluente del río Piloña, principal tributario del Sella.

Las hoces del río Infierno o Foces del Ríu Infiernu

Son en España muchas hoces de ríos las que se conocen, como las del Duratón o las hoces que el Ebro crea en su curso alto por el norte de Burgos. Foz es hoz en asturiano, y de ahí que hablar de foces sea emplear el mismo término que se usa en castellano para otros ríos.

Más difícil es imaginar por qué este paraje paradisíaco se conoce como «infierno». Pero no, no tiene nada que ver con terror, ni siquiera con la dificultad de esta ruta prácticamente llana. El nombre de «río Infierno» parece venir de los colores que la vegetación que lo acompaña toma en otoño.

De hecho, el otoño es la estación perfecta para hacer esta ruta, con los senderos cubiertos de hojas amarillas y las copas de los árboles ardiendo en rojos y pardos, los colores del infierno.

Pero no, estas hoces, estos pequeños saltos, pozas y saltos de agua, las piedras-sillón… están muy lejos de ser más infierno que sus colores.

Riofabar: salida y recompensa al abrigo de los árboles del área recreativa de La Pesanca

Dicen del área recreativa de La Pesanca que es la más bonita de Asturias. La verdad es que se trata de una enorme extensión de prados, robles y castaños, con frondosas sombras, el sonido del agua, y bancos y mesas de madera que no desentonan del entorno natural.

Ni siquiera lo hace la fuente de La Pesanca, una construcción en piedra al abrigo de un árbol y cubierta por verdín.

Incluso sin querer hacer la ruta, la visita a La Pesanca, en el pueblo de Riofabar, ya merece la pena en sí misma. Es un lugar idóneo para pasar una tarde de pícnic o para jugar con los niños al aire libre. De ahí, al lado del pueblo de Espinaréu, parte la ruta.

Al área se llega sin problema en coche y cuenta con un amplio aparcamiento. También podemos visitar desde allí el Arboreto de Miera, otro pequeño bosque de especies autóctonas.

Tantas foces como se quiera: la del Infierno es una ruta a medida que se interna en Redes

La ruta completa termina en la Foz de Moñacos, ya en el concejo de Caso. Dejamos Piloña más o menos donde el camino se bifurca hacia el ascenso, ya más duro y a la izquierda, al pico Vizcares, mientras nosotros seguimos remontando el Infierno.

Pero lo bueno de esta ruta es que vale para lo poco y para lo mucho. Al ser lineal, podemos volver sobre nuestros pasos cuando queramos, sin necesidad de completarla.

El total, hasta la Foz de Moñacos, es de unos 7 kilómetros, por lo que la ida y vuelta son 14. El tiempo estimado, con tranquilidad, es de entre 5 y 6 horas. El desnivel total es de 600 metros, pero casi todo el sendero es de ascenso suave, con algunos puntos un poco más escarpados más o menos donde el desvío a Vizcares y en el culmen.

La pista a seguir es siempre clara y en muy buen estado. Además de gran belleza, la ruta de les foces del río Infierno es muy agradecida en cuanto a esfuerzo y recompensa. Una recompensa que puede cobrarse en cada recodo, en cada foz… con un chapuzón o, simplemente, con los pies en el agua helada de ese río nada infierno.

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