Saint-Malo, el puerto de los sueños

Alet o Saint-Malo, fuerte y robusta como el casco de un barco

No hay lugar feo al que los ojos puedan dirigir la vista en Saint-Malo. La ciudad asemeja el casco de un barco encallado en la desembocadura del río Rance.  Un casco de piedra, imponente, erguido con majestuosidad sobre el dorado de sus playas. Porque si algo le sobra a Saint-Malo son kilómetros de playa y kilómetros de muralla en perfecto estado. Siempre hay un rincón desde el cual observar el horizonte en soledad y con ensoñación, siempre un rato para callejear por su estrecho entramado medieval.

Saint-Malo nació en Alet en época gala, y aunque con los romanos creció más la población interior, Corseul, el puerto fue consentido y recibió su primera fortificación. Hasta los albores de la Edad Media, cuando Alet fue prácticamente destruida por pueblos del norte, no se fundó Saint-Malo en su ubicación actual por obra de galeses, comenzando a crecer en tamaño, población e importancia. El puerto fue ganando tráfico, se erigió la robusta muralla y recibió indistintamente influencia bretona y francesa, aunque con breves períodos de absoluta independencia.

La llegada de los europeos a América catapultó a Saint-Malo como puerto francés con las Indias. Desde aquí se partió a la conquista de Canadá y Terranova. Los armadores amasaron enormes fortunas, pero también quienes la hicieron al otro lado del Atlántico y regresaron. Así, la ciudad «malvina» (malouine) se llenó de recios palacios urbanos y caserones en el área rural, las malounières.

Historia y cultura de una ciudad marcada por la II Guerra Mundial

Si bien la Revolución Francesa supuso un duro golpe al alma de la ciudad, no lo fue para su desarrollo: Saint-Malo continuó ampliando su actividad pesquera y, además, comenzó su expansión como importante balneario, con señoriales mansiones a lo largo de la playa du Sillon. La figura de Chateaubriand, nacido aquí, reavivó también el ambiente cultural.

Hoy, su plaza congrega las mejores terrazas de la ciudad. La II Guerra Mundial la hirió de muerte. Con el desembarco de Normandía, se situó aquí el frente. Los bombardeos aliados destruyeron la antigua arquitectura intramuros, cuidadosamente reconstruida después a lo largo de dos décadas. En Saint-Malo se usó por primera vez en la historia el napalm.

Las fortalezas marítimas y las largas y nostálgicas playas de Saint-Malo

Esa extraordinaria y longeva trayectoria vital de Saint-Malo ha dejado una huella imborrable en su ya de por sí hermosa arquitectura natural. Se puede pasear por el centro o vislumbrarlo desde lo alto de sus murallas. También desde allí, entre bastión y bastión, se ven los fuertes, el de la Reina o el Nacional -al que puede accederse a pie con bajamar-; pero, sobre todo, el perlado de islotes, con Grand Bé y Petit Bé, unidos también con tierra firme con la marea baja.

Además de la playa du Sillon y sus curiosos troncos protectores, la de Môle y Bon Secours yacen a los pies de la muralla principal. Pasando el puerto hacia el sur, sobre el puente levadizo, se extiende la playa des Sablons. A través de un estrecho itsmo, se conecta con el pequeño arenal de Solidor, remanso de pequeñas barcas de pesca. En la península, de hecho, nació Alet, y se erige el memorial a los caídos durante la II Guerra Mundial.

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