Orbaneja del Castillo y las Hoces del Ebro

Cantabria y Burgos, donde el Ebro es manso y meandroso para modelar Orbaneja del Castillo

Nace al otro lado de la vertiente cantábrica y atraviesa todo el norte hasta desembocar en el Mediterráneo. Es el río más caudaloso de la Península Ibérica y el que más kilómetros recorre únicamente por territorio español. Pero, en su nacimiento, llega a ser incluso riachuelo meandroso… sólo unos kilómetros aguas abajo del monumental embalse que comparten Cantabria y Burgos.

En Orbaneja del Castillo, un torrente atraviesa el pueblo, cayendo estrepitosamente desde 25 metros hasta el manso Ebro. A su paso por el verde norte burgalés, excava vertiginosas gargantas y describe a su vez cantarines meandros entre tobas y bosques, exuberante vegetación de la vertiente sur de los últimos montes cantábricos que aún ejercen aquí su influencia geovegetal.

Orbaneja del Castillo, el pueblo más bonito de España

Aunque sea tan subjetivo como decir que Óbidos es el pueblo más bonito de Portugal o San Gimignano el de Italia, tras haber estado en cientos de pueblos en España, le daría el título a Orbaneja del Castillo. En la aldea apenas queda un puñado de habitantes, que regentan casas rurales y fondas para el constante goteo de turistas. Pocos se quedan más de una noche, y la mayoría franceses o alemanes en autocaravanas, pero es el lugar ideal para olvidarte del mundo con todas sus consecuencias. Uno de los bares de la zona anuncia que «hay señal de móvil y wifi», lo cual en este paraje no resulta baladí: la tecnología lo ha esquivado.

Sus apenas decenas de habitantes recuerdan los buenos tiempos del pueblo en los bancos o los alféizares, cuando los jóvenes aún no se habían ido a trabajar a Bilbao o Vitoria. Lo cierto es que lo bucólico del paisaje no oculta que es un lugar demasiado apartado de todo para vivir.

El agua ha hecho de las suyas en la roca, que dibuja alrededor de Orbaneja formas caprichosas que parecen mirarnos desde las alturas, incluyendo almenas naturales que recuerdan a las que con toda seguridad tuvo el castillo, hoy desaparecido, que da nombre a la pedanía. Las pocas casas cuyas paredes y ventanas no están literalmente sobre el riachuelo y la cascada, dan a cuidadas calles empedradas sembradas de balaustradas.

Cañones y hoces del Ebro, desde Escalada hasta Pesquera

Las hoces del Ebro comienzan incluso antes de llegar a Orbaneja, en territorio cántabro. De hecho, son los meandros los que muchas veces suponen la frontera entre Cantabria y Castilla y León. Río abajo, las imágenes desde las alturas, tanto de los pueblos encajados en su ribera como de los cañones que excava, son espectaculares. Desde Escalada hasta Pesquera del Ebro, la carretera nos permite durante largos tramos asomarnos a la garganta.

Hay también una larga senda que permite disfrutar del paisaje mucho más de cerca, pero para recorrerla y además ver los pueblos, se deben planear al menos un par de días en la zona. Cerca de Pesquera, un mirador nos coloca literalmente al borde del precipicio. Resulta increíble que el mismo Ebro que pasa caudaloso bajo los puentes de Logroño, Zaragoza y crea un enorme delta en su desembocadura sea aquí un hilo hiriente en las rocas.

En Pesquera, al igual que en muchos pueblos de la Mancomunidad de Raíces de Castilla, hermosos puentes de piedra con altos ojos superan su exiguo cauce antes de arribar a las llanuras y comenzar a crecer torrencialmente.

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