La Lyon oculta, misteriosa y reivindicativa

La Croix Rousse, el barrio mal traducido de Lyon donde se asentaron los maestros de la seda

Hay ciudades que cuentan con un barrio con vida propia, más allá de la propia villa, como el Barrio Rojo de Amsterdam, Pigalle en París, Latina en Madrid o el Born de Barcelona. A Lyon le ocurre con el mal traducido “Barrio de la Cruz Roja”. Escuchado así, en español, podemos pensar que está relacionado con guerras de religión o con la atención médica de las enfermeras en alguna de los grandes conflictos del cambalache que fue el siglo XX. Pero no, es “Croix Rousse”, no “Rouge”; es decir, rosada. Y toma su nombre de una que fue erigida en esta montaña de piedra de ese color.

Su importancia y desarrollo se deben, sobre todo, a que en él se asentaron los maestros y trabajadores de la seda desde el siglo XVI. Las casas dedicadas a su elaboración cuentan aún hoy, ya dedicadas a vivienda, con altos techos y grandes ventanales, pues se trataba de que los artesanos, conocidos como canuts,  pudieran aprovechar al máximo la luz natural y cupieran los telares.

Con la creciente presión demográfica y la necesidad de nuevos espacios de habitación, se dio en este barrio, al igual que en el Vieux Lyon, el tan característico fenómeno de esta ciudad: los Traboules. Se trata de callejuelas, de paso público, que atraviesan los otrora grandes patios donde se construyeron nuevas viviendas. Algunos de ellos han pasado a formar parte de los inmuebles, pero otros se mantienen como pasadizos secretos que han tenido mucho que decir en la historia de Francia. Alguno más es realmente un pasadizo con encanto, como el Passage Thiaffait, al lado de la gran y encajonada iglesia de Saint Polycarpe.

Les Traboules: los aliados de los trabajadores de la revuelta de la seda contra Napoleón

Les Traboules les sirvieron a los trabajadores en su “revuelta de la seda”, en tiempos de Napoleón. Fue decretada una ostensible bajada del precio de la seda que los artesanos consideraron abusiva. Se pusieron en pie de guerra y mantuvieron por días en jaque a las tropas napoleónicas, que, sin embargo, no solo vencieron, sino que dejaron un número abundante de bajas a su paso. La clave fue cuando consiguieron tomar algunos de esos Traboules, impidiendo el uso casi de guerrilla que los obreros hacían de ellos y pasando a atacar desde dentro del propio barrio. Ésta, que era la segunda revuelta, terminó con un terrible episodio llamado «Semana Sangrienta». Poco después, fue inventada la seda sintética o viscosa, en la cercana región de Isère, con lo que la seda pasó a ser un producto únicamente de lujo.

La Croix Rousse ofrece un buen museo sobre la seda y su importancia histórica, La maison des Canuts, además de una una encantadora ruta por sus cuestas: “les pentes de la Croix Rousse”. Siguiendo el itinerario pegado en la pared a la izquierda del majestuoso ayuntamiento u Hotel de Ville, se pueden subir o bajar las calles y rincones más vistosos del barrio, pasando también por algún Traboule. La mejor opción es coger el metro desde abajo hasta Croix Rousse, visitar el museo, comerse un pain au chocolat en alguna de las pâtisseries de la plaza para reponer fuerzas y hacer el itinerario desde arriba. En varias esquinas, y debido a la altitud, se observan unas maravillosas vistas del centro de Lyon. Con itinerario o sin él, es un barrio para perderse, recuperado por jóvenes, extranjeros, artistas y bohemios que han hecho de sus casas, durante un tiempo venidas a menos, un rincón con su propio encanto.

Lyon, de nuevo en las barricadas, esta vez contra Vichy en la II Guerra Mundial

Si durante la revuelta de la seda Lyon se enfrentó a París, lo hizo aún con más fuerza durante la II Guerra Mundial a Vichy. Una de las grandes capitales de la Francia libre pero colaboracionista, Lyon sufrió la persecución de judíos, gitanos y comunistas, vio pasar trenes con destino a los campos de exterminio… pero participó con ahínco en la Resistencia. Fueron muchos sus héroes anónimos y sus soldados rebeldes con sus mandos germanófilos, algunos de los cuales están recogidos en el profundo Museo de la Ocupación y la Resistencia. Un lugar en el que pasearse con tranquilidad, pues hay demasiadas historias que leer y asumir. Los mapas y las cronologías están sumamente cuidados. Y como país maduro que muestra el orgullo por sus héroes y el arrepentimiento por sus errores históricos, no hay paños calientes para esa época: detalla cómo fue la máquina de matar en la que participó parte de Francia tanto en la II Guerra Mundial como con los deportados de la Guerra Civil Española.

Un último gran misterio de Lyon… Saona arriba, casi al final de la ciudad, el paseo en bote que hace la ruta “decouvertes” ofrece la posibilidad de conocer la isla Barbe. Sobre sus moradores a lo largo de los siglos y los edificios que sobreviven penden decenas de leyendas. Contiene los vestigios de una de las abadías más antiguas de Francia, construida en el siglo V, conservados en la posterior iglesia románica. Barbe es hoy, aún, una isla que vive del misterio.

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