Los Hervideros y La Geria: el Lanzarote salvaje

El modelado volcánico de Lanzarote emerge con fuerza entre Janubio y El Golfo

Pequeña y absolutamente volcada al turismo, es difícil no encontrarse con gente en los lugares más espectaculares de la volcánica Lanzarote. En el caso de playas, por su difícil acceso las más tranquilas son las de Punta de Papagayo, en el cabo más al sur de la isla y con vistas a la sureña vecina de Fuerteventura. A ellas se llega tras una larga caminata o en coche, por una pista terrosa. El premio es huir de Playa Blanca o Puerto del Carmen si no gustamos de las aglomeraciones.

Lo que hace particular al archipiélago en general y a Lanzarote en particular es su modelado volcánico enfrentado al océano. Puede observarse especialmente en los nueve kilómetros de costa entre las Salinas de Janubio y El Golfo. En las salinas, podremos contemplar un extenso “campo” de rectángulos más o menos blancos, en función del grado de evaporación de agua marina en el que estén. Al lado, una playa de arena negra, con guijarros en su lado norte, nos regala unas curiosas formas rocosas, con monolitos construidos con piedras de diferentes tamaños que desafían a los fuertes vientos.

La Laguna Verde o Charco de los Clicos y Los Hervidores, paisajes extraterrestres de Lanzarote

Hacia el norte, podemos detenernos en más zonas de arena negra o pequeños acantilados, e incluso una laguna verde separada del mar por la oscura playa de El Golfo. En Los Hervideros, podremos disfrutar de las olas rompiendo entre los huecos que dejó la lava. Es una formación de entrantes y salientes y acantilados que se asemeja a las costas calizas.

Una de las postales más singulares que nos ofrece Lanzarote es la de Laguna Verde o Charco de los Clicos, en el pueblo de El Golfo. Situada a unos cien metros de océano abierto, está separada de él por una playa de arena negra. Todo ello está rodeado por el cráter de un volcán cuya cresta más cercana al océano cedió, convirtiendo el conjunto en una playa. Por su lado norte, el cráter es pardo y se notan las estrías de la erupción. Al sur, es completamente rojo. Se puede bajar, por una empinada cuesta de gravilla roja, hasta la playa negra, pero la laguna está acordonada, pues es peligroso caminar por sus orillas. En sus profundidades, está conectada, bajo la playa, con el océano a través de túneles volcánicos.

El vino y pequeños cráteres nos llevan de La Geria a la Luna

Tan espectacular como extraño y mucho más solitario es el valle de La Geria. Se extiende a lo largo de una espina dorsal por el centro de Lanzarote, entre San Bartolomé y Uga. A pesar de que se atraviesa gracias a una cómoda carretera de la que salen además desvíos tanto hacia los pueblos del norte como del sur, en muchas ocasiones la soledad es absoluta y da la total impresión de estar en la Luna.

No obstante, no es sólo la negrura de sus polvorientos suelos de lava convertida en ceniza ni las montañas rojizas que sobresalen de ella lo que hace tan particular este paisaje. Este paisaje, que a todas luces sería yermo, ha sido recuperado de forma sorprendente para la agricultura. A modo de pequeños cráteres rodeados de un círculo de piedras, como antiguos castros, que los protegen del viento y acumulan la humedad, crecen vides que convierten a todo el valle en un territorio vinícola jalonado de pequeñas bodegas.

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