La Palma, la isla bonita y casi inalcanzable

Apenas unos vuelos directos desde Madrid la unen con la Península. Casi incomunicada, sí que llegan regularmente las conexiones con Tenerife y Gran Canaria, aunque en aviones pequeños y antiguos no demasiado aptos para quienes tienen miedo a volar. Pasar el susto merece la pena. Llegamos a «la Isla Bonita», la isla verde, el eterno parque: La Palma. Es la segunda en tamaño de la provincia de Santa Cruz, y la única de todas las Canarias con algo parecido a lo que en el resto de España estamos acostumbrados a llamar «río».

La isla ofrece senderismo y deportes acuáticos, volcanes y profundidades marinas… Volcanes, como el último terrestre en entrar en erupción en España. Fue en 1971, el de Teneguía, al sur. Recordemos que la erupción más reciente, cercana a la isla de El Hierro, fue submarina.

Es un espacio tranquilo, con poca población y muchos plataneros. La mayor parte de nuestros amados y sabrosos plátanos de Canarias vienen precisamente de La Palma.

Fue en su totalidad declarada Reserva de la Biosfera por la UNESCO. Una de sus mayores particularidades son los volcanes. El de Taburiente conforma el Parque Nacional de la Caldera de Taburiente, una caldera única en el mundo, pues es la mayor emergida de la Tierra. Aunque algunos hayan visitado la enormidad de Santorini, la isla griega supone únicamente la cresta del volcán, mientras que Taburiente es completamente terrestre. El cráter está, por fortuna, actualmente inactivo.

Está al norte de la isla, a pesar de que la mayoría se encuentran al sur, en la cadena volcánica llamada Cumbre Vieja. Taburiente tiene cupo de visitas y, sobre todo, cupo de acampada. Es recomendable hacer noche, puesto que la mejor entrada es por la costa y debemos salir por donde entremos para recuperar el vehículo. Ese acceso más suave y natural se llama, no obstante, Barranco de las Angustias. La Palma no es precisamente un territorio llano, sino el más abrupto de las Canarias. El cráter de Taburiente cae por esa ladera hasta el mar.

Los miradores son espectaculares, y también sus cumbres, de más de 2.500 metros de altitud, como el Roque de los Muchachos, donde se sitúa el mejor observatorio astronómico de España. Respiraremos en el Bosque de los Tilos dando el paseo más apacible antes de comernos unas «papas arrugás» con mojo picón.

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